top of page

Aguantando cable. 2007 Proyecto en el espacio público.

Por: Carlos Gómez

Artista |01

 

Wilger Sotelo nació en Cartagena, Colombia (1980), en donde obtuvo su título en Artes Plásticas.
Ha participado en exposiciones colectivas tanto a nivel nacional como internacional entre las cuales se destacan Vivamérica Festival. Ibero América en Marcha, evento organizado por Casa de América y llevado a cabo en Madrid, España y, Cartagena para el Congreso Internacional de la Lengua Castellana muestra curada por José Ignacio Roca y Jorge Diez,  realizada en la ciudad de Cartagena.

Videos

 


“Cuando nos referimos a la Lengua Española hablamos casi siempre del español "culto", pero en realidad la mayoría de los hispanohablantes usamos un lenguaje marcado por acentos, palabras y expresiones muy ligadas a lo local, que resultan a menudo ininteligibles para otros.” (sotelo, 2007)  Así lo entienden los artistas colombianos Rafael Ortiz y Wilger Sotelo, quienes a través de su proyecto artístico titulado  "Aguantando cable",  coleccionan las más diversas expresiones que hacen parte del lenguaje popular cartagenero. Estas frases y palabras son diagramadas siguiendo el patrón del diccionario y pintadas en grandes avisos colocados en diversos espacios del centro histórico de Cartagena. El proyecto –según los artistas- pretende dignificar, a través de la formalización tipográfica y la escala monumental, el lenguaje callejero una forma comunicativa que el lenguaje "culto" a menudo desdeña.

Es una obra en espacio público como el propio lenguaje al que referencia y que adquiere fuerza al tomar como espacio expositivo uno de los legados de la influencia de la España colonial en América Latina como lo son diversos espacios del centro histórico de Cartagena de India y el Centro de Formación de la Cooperación Española

Todo el formalismo cede, no hay textura ni volúmenes, la línea de perspectiva está quebrada y la luz y la sombra abandona la obra para concentrarse en las ideas. Las palabras se pasean en el plano desplazando las imágenes, el texto es dueño y señor de la obra y su reinado deja a la libertad de cada uno la creación de las imágenes, lo que importa en la obra de Wilger Sotelo y Rafael Ortiz es el lenguaje, y si para ello debe sacrificar la imagen están dispuesto a hacerlo.

La propuesta de Rafael Ortiz y Wilger Sotelo, señala  además la situación social en la que se encuentran sus habitantes que a causa de la falta de acceso a la educación y la deficiencia de la misma se reduce sus oportunidades de desarrollo económico y laboral. De esta situación surge el lenguaje  popular para manifestar de manera trasmutada y simbólica, y por ello ingeniosa, la situación económica por la que atraviesan a causa de la falta de empleo, el trabajo informal y las maneras de “rebusque” para el sustento diario. Es de aquí donde nace el titulo del proyecto “Aguantando Cable” como simbología y metáfora de la situación socio-económica que hace de su vida una resistencia ante el hambre y las necesidades.
El centro histórico de Cartagena,  por sus denotaciones en el ámbito histórico, social, económico y  cultural, se presenta como un escenario perfecto para la exposición de la obra. Es la palabra  aquí un punto de confluencia, para revivir la historia, hacer cultura y exhibir los problemas sociales.
Los paneles asumen el espacio público como un elemento fundamental para la comunicación masiva y lleva el lenguaje de la calle a la calle, transformando la ciudad en un inmenso diccionario de lo popular y llevando a las elites institucionales la manifestaciones de lo popular, de la calle, que como lo ha reconocido la RAE es donde se hace el lenguaje. 

Fuentes
http://artemitomano.blogspot.com/
http://www.ortizjaramillo.com/artistas/rafael_ortiz/p/aguantando_cable/aguantando03.html


Sobre seres invisibles

Por: Carlos Gómez.

Desde que Salió de Olaya, un barrio pobre de Cartagena, Wilger Sotelo vive un constante retorno, no sólo a su barrio, sino a la remembranza de sus amistades de infancia, a los “pri”, como se les dice en Olaya, a esa realidad de seres invisibles, a su gente, a su hogar. Pero otro sería el retorno en la mañana del 13 de abril, Wilger, esta vez, regresaría a Barranquilla, un lugar al que afirma tenerle cariño y en el que está dispuesto a radicarse por un tiempo en el futuro, regresó para ser parte de Diálogos Críticos y hablar de su obra en el museo de arte moderno de la ciudad, el MAMB. Llegó algo tímido, su rostro no delataba la dureza del barrio, pero si una prudencia que quizá ha sido su principal arma de subsistencia, lejos de las que alguna vez cuando niño armó encantado más por el poder de su estética  que por el poder de sus disparos. Estaba sentado en primera fila, esperando ser llamado a ocupar la silla de entrevistado, escuchó asociaciones con su obra y una introducción que de seguro avivo sus nervios. Los días anteriores a ésta entrevista en Facebook su obra era cuestionada y él sentía un ataque personal en ello, quizá, porque su obra es su propia vida; ahora su obra era asociada con la producción de importantes artistas, le llegó el turno, se sentó, trastabillaron las palabras y pronto salieron.  
Wilger nos contó que es un constante viajero, y de esos viajes trae suvenires que transforma en arte, un solo recuerdo, una pequeña vivencia y ¡ya está! La obra surge. Eso le sucedió en inventario, buscó en el baúl de sus historias y sus gentes, y les hizo el retrato, quizás el más fiel retrato que se le podía hacer a los “pris”. Tomó fotografías de puñales hechizos, de armas artesanales o “chopos” como los que él mismo haría en su infancia y luego imprimió las fotos en positivo y negativo, les agregó breves biografía de los dueños y expuso el rostro de Olaya más visible para la sociedad, el rostro del puñal, pero con él las breves historias de unos seres humanos, tan humanos que tienen su lado bueno y su lado malo, aunque en la tele solo se vea el rastro que deja el puñal sobre el cemento o las calles polvorientas de algún barrio periférico. Wilger, ha logrado visibilizarlos, darles matices dentro de un contexto por excelencia elitista como lo es el del arte.
De eso hablan muchas de las historias del Wilger, de esconderse tras la puerta y dibujar para que sus padres no descubrieran sus dibujos, de sus propios padres y su religiosidad que le ponía limites al niño que alguna vez fue y que tal vez lo “salvó” de un mundo de pandillas; Pero él prefiere hablar de su obra, aunque esté inevitablemente ligada a su infancia en el periférico Olaya.
Habla de “Los vivos de Olaya” y reconoce que es el trabajo que más le gusta de los suyos, Impresiones fotográficas que contrastan con el frio metal del soporte, las fotos son cruces de un cementerio tan “marginal” como su propio barrio, y si algo es más helante que el propio metal del soporte es el hecho de que esas cruces pertenecieran a la tumba de muchos de los amigos de infancia, de los “pris”. Wilger cambió los nombres con que los habían sido registrado en algún momento los “pris” y escribió sobre las cruces los nombres que el barrio le había dado a cada uno, así se puede leer  “monky” “el finito” “la castalia” como la identidad de esos quienes alguna vez fueron admirados por vivos, avivatos o astutos, o temidos por la misma razón, pero ―vaya ironía, 

―reflexiona Wilger― ahora los vivos están muertos.
Nos confesó también que en “Aguantando Cable” (quizá una de sus obras más reconocidas) inventó palabra alguna que luego se insertó en el lenguaje popular y en el lenguaje de la champeta; al confesar esto Wilger ríe con picardía evidenciando que la timidez del inicio había sido desdibujada por la seguridad que sostiene su obra plástica, se acomodó y siguió contando cómo había llegado a la decisión de exponer el trabajo en un formato similar al de un lienzo, aún, cuando el trabajo estaba pensado para espacio público ―Con Rafael, con quién hice la obra, no estábamos seguro de cómo ejecutar el proyecto, pero más que todo fue la presión de los curadores la que nos llevó a hacerla de esa forma―. En esa obra Wilger recopiló palabras del contexto popular de Cartagena y las dispuso por sus calles transformando a la ciudad en un diccionario gigante.
Wilger quien ha colgado su obra en las blancas paredes de Casas Riegner Gallery entiende que su arte es una herramienta de memoria, pero que también sabe que la memoria es sustentada por la vida y ve en el mercado del arte una manera de sostener su vida y tener de esa manera los recursos suficientes para seguir construyendo memoria; él sabe que aunque sus piezas se cuelguen  en diversas galerías del mundo, el mejor precio es pagado al regresar a su hogar, a Olaya, al rencontrarse los vestigios de los suyos, con los hijos de sus “pris” o al ir a buscarlo a cualquier otra parte del país.
Wilger sonríe, ha llegado el momento de iniciar nuevamente un viaje más de su eterno retorno, ha cumplido, ha hecho visible en el Museo de Arte Moderno de Barranquilla  la gente de su barrio teniendo como excusa el arte, ahora debe volver y  nos hace saber que pronto regresará, pero es hora de volver al origen, aunque en su barrio  las que sobreviven son las mujeres, aún tiene esperanza de que los niños transformen los huecos de las balas sobre las puertas en una constelación que les invite a soñar de nuevo.

bottom of page